21 dic 2009

El PNV pierde un obispo

José Ignacio Munilla, de 48 años y actual obispo de Palencia, ha sido nombrado por el Papa obispo de San Sebastián. ¿Ha sido un simple traslado de diócesis? No.
El nombramiento ha dividido al País Vasco entre quienes no dicen nada y le aceptan, porque es cosa de curas y los que desconfían de él, porque es españolista y no le quieren como obispo.
Las protestas más beligerantes y llamativas han sido las del PNV, que siempre se ha sentido tutor de la Iglesia vasca. Este partido se queja de la poca sensibilidad papal, de que no se le ha tenido en cuenta y de que no refleja el sentir religioso vasco, demostrándolo mediante una carta firmada por 131 curas de la diócesis de Guipúzcoa (el 77,6 %), que no ven bien el nombramiento. Bueno, los curas de Guipúzcoa siempre han sido mayoritariamente nacionalistas, pero que sepan que, desde la llegada de la democracia, quien nombra a los obispos es el Papa.
¿Por qué el Papa no ha nombrado obispo a un eclesiástico nacionalista como hizo anteriormente con Setién o Iriarte y ha nombrado a Munilla, que es derechista y no es nacionalista? Porque el nacionalismo no gobierna en el País Vasco, porque este Papa es más estricto, vaticanista y unitario, porque el mandamás actual de la Conferencia Episcopal Española, Rouco Varela, dogmático y derechista ha influido en el nombramiento y, por qué no, el PNV se quiere ser un partido laico y últimamente se ha declarado a favor de aborto. ¿El nombramiento de Munilla es una venganza-aviso de la Iglesia al partido, que fue tradicionalista, católico y apostólico desde sus raíces sabinianas?
En el traspaso de poderes el obispo saliente, Iriarte, fiel a Roma, se ha lavado las manos con unas cuantas adulaciones hacia su sustituto: “tiene gran capacidad de trabajo, recia espiritualidad y notable vigor apostólico…está preparado para gobernar, enseñar y santificar a sus fieles”. Sólo los clérigos saben qué es el vigor apostólico y lo de santificar.
Al grano: “A Papa muerto, Papa puesto”, como ocurre en el Vaticano. Las consecuencias de la “fumatta bianca” en el palacio episcopal donostiarra:
1.- La Iglesia católica, dirigida por el antiguo cardenal Ratzinger, quiere ser más universal y menos nacionalista.
2.- Munilla tendrá algunos problemas con sus curas y, sin duda, más partidarios fuera del País Vasco que en él.
3.- El PNV pierde terreno en asuntos de sotanas. Lógico, ¿no quiere ser un partido laico? No se puede estar diciendo misa y predicando.
4. Rouco Varela con esta palmadita del Papa en su espalda sale aún más fortalecido, demostrando que tiene plena comunión con el Romano Pontífice.
En fin, que el berrinche del PNV y la carta de los clérigos rebeldes no pasa de ser una acción más de “Kale borroka” o de terrorismo eclesiástico de baja intensidad.

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